En términos de tecnología se vive la época de lo desechable, actualmente el mayor número de cosas está hecho para durar poco tiempo y luego, a la basura. Prácticamente se obliga a la gente a actualizar sus equipos regularmente, porque los que tienen en uso quedan rápidamente obsoletos.
Nuevo celular, nueva computadora, nuevos televisores, nuevos relojes, nuevas tablets y demás dispositivos electrónicos, son reemplazados cada día por otros más modernos... Pero…y los anteriores, los artículos obsoletos: son ahora basura.
Parecería que un pequeño celular no puede generar mucha basura, sin embargo, la verdad es que uno solo de estos aparatos, que contiene una batería altamente contaminante, puede llegar a contaminar hasta 600 mil litros de agua, si no son desechados en lugares adecuados. Y hay que recordar que todos estos equipos tienen baterías de este tipo.
Países industrializados como Alemania, por ejemplo, han encontrado una terrible solución al problema de su basura tecnológica: la envían por barco a África, donde los artículos usados pasan por varios intermediarios que encuentran un modo de obtener alguna utilidad económica, hasta que al final de esta cadena, los últimos en la escala de la miseria, queman lo más inútil de los desechos tecnológicos para obtener un poco de cobre, que luego venden a muy bajo precio, después de haber respirado el humo tóxico de las hogueras.
Este sistema de vida, cuyo objetivo máximo es el consumo sin límite, está dando lugar a un mundo irracional donde el ser humano jamás está conforme con lo que tiene, y ese deseo insaciable por poseer más y más cosas materiales, lo ha llevado a sentir un enorme vacío, que parecería que nada lo puede llenar.
Es urgente cambiar el sentido que se da a la posesión de cosas materiales, y específicamente a los equipos tecnológicos, hoy tan descartables, que pueden contaminar a nuestro ya afectado planeta y a la vulnerable salud mental humana.