El bienestar es como un pan social que se saborea mejor cuando se comparte con el prójimo. Un acto de interés por la colectividad fue la donación de la imagen corporativa de la Casa Hogar de Jesús que hizo la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede Santo Domingo (PUCE-SD) el 9 de junio de 2010.
La Casa Hogar de Jesús es una institución de acogimiento para niños y adolescentes. Es parte de un programa de la Diócesis de Santo Domingo. Inició su labor social en octubre de 1987 como iniciativa de Monseñor Emilio Lorenzo Stehle y la colaboración de la Divina Providencia y del Club de Leones.
Hoy tiene su propia página web con el gráfico identificativo y el logo se exhibe flameante en la parte alta de la casa hogar que está ubicada en la Vía Chone Km. 2 1/2, en la calle San Cristóbal. Ocupa un espacio al lateral izquierdo de la PUCE-SD.
Por su parte, la visión de la Escuela de Diseño es promover el avance cultural, social, empresarial y visual del entorno, pero dada la necesidad de un símbolo para esta institución con tan nobles objetivos, los estudiantes hicieron el donativo.
La meta no es solo ser buenos vecinos o formar profesionales competitivos, sino con profundo sentido ético y con conciencia social para que las herramientas que reciban en la academia puedan prestarse también a la disposición de los más necesitados.
Estas retribuciones solidarias honran la memoria de Monseñor Emilio Lorenzo Stehle, un alemán con gran vocación religiosa y social que en 1987 fue nombrado obispo de la provincia de Santo Domingo.
Además fue el impulsor de la sede de la Pontificia Universidad Católica en Santo Domingo, construyó la catedral de la ciudad, dos asilos de ancianos, un centro para discapacitados, un instituto pedagógico, cien viviendas populares, capillas, entre otras.
Emilio Stehle, incluso, fue candidato al Premio Nobel de la Paz en 1994. ¿Qué mejores huellas a seguir por quienes son discípulos de la sede que con esfuerzo y amor logró levantar?
La elaboración del logotipo significó trabajar en la ornamentación de una morada que sería la patria menor de aquellos niños y adolescentes que, errantes, alguna vez rondaron por la vida sin hallar el camino.
“Dibujar para el hogar de niños fue dibujar para recibir rostros felices, fue decorar por una comisión de ternura”, expresó Gabriela Gómez, estudiante de Diseño de la PUCE-SD.