En el Ecuador hay distintas formas de pensar, así como distintos ámbitos donde la gente se desempeña; y, a la vez, adquiere conocimiento de su labor. También obtienen anécdotas que muchas veces dejan enseñanzas morales. Así, es como un conductor interprovincial de Transportes Occidentales, en un simple viaje hace unos meses atrás, experimentó una de estas anécdotas.
Luis Ortiz, Conductor de un bus interprovincial de la Compañía “Transportes Occidentales”, ha trabajado ya cinco años en la unidad 93. Expresa que fue un viaje con trayecto Quito-Atacames-Muisne, en horario nocturno a eso de las dos o tres de la madrugada, al llegar a Atacames unas personas desembarcaron y con otras tomaron rumbo hacia Muisne. Al llegar a Muisne la persona encargada de boletería le informó que tenía una llamada para algún conductor de su unidad, él recibió la llamada de un pasajero que había extraviado la billetera y le pidió de favor si podían revisar el asiento número trece en el cual había viajado.
El señor Luis Ortiz le dio a conocer que estaba en lo cierto, que su billetera estaba allí, le recomendó al señor pasajero que viajara a Muisne, pues ahí tenían un lugar especial donde los conductores descansaban, que con gusto él lo esperaba hasta que llegara para entregarle en sus manos la billetera; el señor Luis dio a conocer al señor pasajero por teléfono que lo que contenía la billetera eran los papeles y la cantidad en dinero de ciento ochenta dólares; al cabo de dos horas, la persona encargada de boletería le hizo despertar, y poco después le entregó la billetera a su respectivo dueño. Al perecer los papeles y el dinero que contenía no eran tan importantes como una cadena de oro que para el pasajero tenía gran valor sentimental, después de esto el pasajero se retiró agradeciendo por su gesto de honestidad al señor Ortiz.
El señor Ortiz, poco después se enteró que ese pasajero al cual ayudó a recuperar sus pertenencias había mandado una carta de felicitación por la gente tan buena y honesta que tenía la compañía a diferencia de otras que tal vez pudieron haberlo engañado y no devolverle lo que era suyo, esta carta tuvo como manos finales la del presidente de la compañía “Transportes Occidentales”.
Pues en sí esta historia parece de los típicos ejemplos que se dan en clases de Valores, de aquel señor al cual se le cae la billetera y un niño se la regresa con gran honestidad; pues tiene similitud la única diferencia es que se dio en la vida real. Y son historias como éstas las que nos enseñan a ser de buen corazón y a ser honestos, pues quien sabe, tal vez, algún día nosotros seamos aquel pasajero en apuros.