Las estudiantes de tercer año de bachillerato de la Unidad Educativa Cardenal Spellman Femenino de Quito, celebraron el pasado 23 de mayo a María Auxiliadora, aquella mujer, amiga y sabia consejera, que guió su camino y las protegió bajo su manto durante sus 13 años de colegio. A la vez, entre profunda tristeza e incontenibles lágrimas, dijeron adiós a su madre celestial para posteriormente entregarla a los segundos años de bachillerato y se conviertan ellas en las nuevas guardianas de la fe y el amor salesiano a la Virgen María.
La celebración empezó con una memorable eucaristía en honor a la Virgen, donde se agradeció de todo corazón a nuestra madre por haber siempre caminado junto a nosotras, sus hijas, y habernos iluminado e inspirado nuestras vidas mediante su ejemplo de mujer sencilla, llena de gracia, pura, servicial y dispuesta a dar todo de sí para lograr construir un mundo donde reine la paz y fraternidad.
Oraciones, cantos y ofrendas fueron instrumentos para expresar su infinita gratitud e indescriptible amor hacia María. Asimismo, el dolor y el pesar acompañaron a las estudiantes durante la celebración al ver ante sus ojos la imagen de la Auxiliadora y comprender que era hora de despedirse de su madre, a quien fueron consagradas y entregadas desde muy pequeñas para que ella guíe su camino y las forme como auténticas mujeres y creyentes que tengan como eje de su vida la fe y confianza en Dios, nuestro creador.
Al final de la Eucaristía, llegó el momento de entregar a la Virgen a las alumnas de segundo de bachillerato, quienes orgullosas la recibieron con la dulce tarea de atesorarla en su corazón para sentirse más hijas y expresar con gestos concretos el inmenso amor y esperanza en ella. Fue un momento muy especial e inolvidable, pues a pesar de que decían adiós, tenían la fe de que María sería ahora y para siempre su compañera de camino, su pilar y su madre del cielo; quien las ayudará en momentos difíciles y se alegrará junta a ellas cuando lleguen a cumplir sus metas.
Posteriormente, se realizó en el teatro de la institución el “Festival de la Canción Blanca”, donde las estudiantes de octavo a tercero de bachillerato enaltecieron a la Virgen por haber abierto su corazón y llevarlas a su hijo, Jesús; por haberlas consagrado y dado su amor. Fue, sin duda, un momento ameno y de diversión donde todas pudieron deleitarse con las diferentes expresiones de agradecimiento y cariño a la Auxiliadora.
Rindieron homenaje mediante la danza y alegría de los pueblos indígenas, donde las estudiantes de sexto curso bailaron al ritmo de la música folklórica. Luego, el alumnado de 8vo, 9no, 10mo, 1ero y 2do de bachillerato nos regalaron un verdadero espectáculo mediante cantos y poesías a la Virgen, donde se pudo observar la gran devoción y confianza que le tienen a María al haber puesto su esfuerzo y entusiasmo para la realización del programa.
También se realizó un pequeño musical mariano con el tema: María Madre, en el que presentaron la anunciación del ángel Gabriel, el nacimiento de Jesús y la ascensión de María al cielo a cargo de las priostes de esta celebración. Al final, se presentó la banda del colegio: “Contratiempo”, y dieron origen a uno de los momentos más gratos y memorables del día, pues pusieron a bailar y cantar a las estudiantes al ritmo de las melodías marianas.
Así concluyó esta hermosa y maravillosa celebración a la Madre de Dios y madre nuestra, a la mujer que inspira amor y ternura. Es verdad, hubieron momentos tristes por la despedida, pero también momentos de júbilo en los que demostraron verdaderamente que María es su guía y esperanza, su ejemplo y modelo de mujer. Aunque se alejen de su institución, aquella que les inculcó el amor a María, la llevarán siempre en su corazón y grabados los instantes de oración, de estudio, de diversión y de familia que vivieron junto a ella. A la vez, estará en su recuerdo la imagen de Madre, Auxiliadora, Guía y Amiga.
María surge como una flor en nuestras vidas y alumbra como esperanza a los corazones de los turbados. Ella es, en una palabra, pura, ya que irradia hermosura, sencillez, bondad, sinceridad, amor, ternura y comprensión. Con su mirada, consuela al afligido; con su caricia de madre, brinda paz y tranquilidad; con su sonrisa, nos motiva a seguir adelante y con su manto, protege al mundo y nos libra del mal.
¿Se imaginan un mundo sin María? Sin ella, viviríamos en soledad y nos faltaría una razón para vivir. Pero, ¡gracias a Dios ella está aquí, entre nosotros! Está aquí para traer luz a nuestras vidas y auxilio a los cristianos. Ella, la reina celestial, es quien escucha atenta nuestros pesares y tranquiliza nuestros más profundos temores. Aunque a veces la olvidemos, ella nunca se cansará de esperar que abramos nuestros corazones para que entre y nos llene de pureza y amor. Por ello, descubrámosla, acojámosla y tengámosla presente día a día para que nuestra devoción y amor por ella crezca y florezca para lograr consagrarnos infinitamente a ella.
“El nombre de María es la alegría para el corazón, miel para los labios y la melodía para el oído de sus devotos “. San Antonio de Padua