Reconocer y dar a conocer una labor realizada influye directamente en la vida de las personas.
“Si tratas a la gente por lo que es, los harás peores. Si los tratas como aquello que pueden llegar a ser, los ayudarás a mejorar”. Es lo que dice Johann Wolfgang von Goethe y lo que invita a una sociedad modernizada, individualista y muchas veces clasista a reflexionar, a mirar más allá de las apariencias o simplemente a aceptar las opiniones de los demás. La clave está en poder ver lo positivo del otro, en querer decir ¡Felicitaciones!, ¡Lo hiciste bien! y en hacerlo; que los deseos de alguien no se queden estancados; sino que trasciendan junto con el ser. Si lo puedes soñar, lo puedes lograr; es una cosa que se aprende de la vida, porque si tanto se ha luchado por algo y se ha conseguido con honestidad, ¿a caso no es justo felicitar a aquel que lo logró?; nadie pide que le rindan un homenaje o que le lancen flores mientras pasea por la alfombra roja, pero todos merecen en la vida una palabra de aliento, un consejo que les ayude a ser mejores o ese ¡Felicidades! que lo motive a seguir adelante.
A nivel estudiantil, laboral, familiar o social cuando una persona se esfuerza para conseguir algo o para contribuir en ciertos ámbitos tiene el derecho de ser reconocido y de poder decir “Aquí estoy”, “No soy invisible” y las personas de su entorno tienen la obligación de apoyarlo moral y psicológicamente. “El orden del intercambio es importante: hasta que me ves yo no existo, es como si al verme tu haces que exista”; es lo que sucede al momento de ser un benefactor de la sociedad porque lo justo es animar al prójimo. Si una persona creyó en sí misma, ¿puede ser posible que los demás crean en ella? La respuesta es difícil desde el inicio, con lo que cuesta creer en si mismo -tratando el tema con humildad- pero es ahí cuando intervienen los demás, brindándole confianza y apoyo a quien necesita.
Tal vez no se es un(a) gran abogado(a), o el (la) presidente(a) de un país en desarrollo, pero se es mucho siendo una persona real que reconoce que es humana y se equivoca, que siente amor por lo que hace, que puede caer pero que siempre tiene la fuerza para levantarse sola; pero que sobretodo valora y más que eso admira la labor de aquel que esta a su derecha, le dice ¡Muy Bien! al de su izquierda, o ayuda al de atrás, a quien casi nunca ve pero que no es invisible.
No fuente